Es la segunda causa de ceguera a nivel mundial. Su prevalencia aumenta con la edad. Síntomas y cómo se detecta. Opiniones de los Dres. Omar López Mato y Javier Casiraghi, médico oftalmólogo del Hospital de Clínicas.
Pese a que es una enfermedad que suele asociarse a la vejez, el daño que causa puede comenzar mucho tiempo antes y avanzar hasta un punto de no retorno en el que la persona deja de ver de manera irreversible. Por eso se considera que el glaucoma es «el ladrón silencioso de la visión».
En la actualidad, afecta a 80 millones de personas en el mundo (aunque casi la mitad no lo sabe) y se estima que en 2040 serán más de 110 millones quienes la padezcan. Puede aparecer a cualquier edad, pero su prevalencia aumenta con los años: en nuestro país, afecta al 5% de los mayores de 50 años y a uno de cada 10 mayores de 80.
En vísperas del Día Mundial del Glaucoma, que se conmemora el 12 de marzo, especialistas advierten sobre la importancia de detectarlo en forma temprana para frenar su avance.
Qué es el glaucoma
El glaucoma es una afección del nervio óptico ocasionada por un aumento de la presión intraocular que produce produce daño en el nervio óptico y por lo tanto en la visión.
Si bien puede presentarse a cualquier edad (incluso en forma congénita o durante la juventud), suele aparecer a partir de la cuarta década de la vida, apunta el médico oftalmólogo Omar López Mato, miembro de la Cámara de Medicina Oftalmológica (CAMEOF).
«El gran problema es que la mitad no lo sabe porque la enfermedad no da síntomas o porque la persona no fue nunca al médico oftalmólogo. De manera que cuando llega a notar pérdida de visión es porque ya perdió mucha capacidad visual», advierte Javier Casiraghi, médico oftalmólogo del Hospital de Clínicas.
Glaucoma: señales de alarma y diagnóstico
El aumento de la presión en el ojo se puede dar de diversas formas: «Puede aparecer bruscamente con congestión y dolor (glaucoma agudo) o evolucionar lentamente a lo largo de los años sin dolor ni síntomas, convirtiéndose en el ladrón silencioso de la visión», explica López Mato.
En esa segunda forma de presentación (conocida como glaucoma de ángulo abierto), que es la más frecuente, «apenas puede aparecer una mínima cefalea», dice Casiraghi. «Esto genera que, al no saber que padece la enfermedad, el paciente va perdiendo gradualmente la visión de manera irrecuperable, por tal motivo el diagnóstico y tratamiento deben ser realizados tempranamente».
En tanto, el glaucoma agudo por bloqueo o de ángulo cerrado es lo que se conoce como «ataque de glaucoma». Es mucho menos frecuente y «se trata de una urgencia que sí da síntomas: la gente consulta porque tiene dolor, ojos enrojecidos, trastornos de visión, vómitos, dolor de cabeza intenso, ve halos de luces, todo junto y todo de golpe», amplía Casiraghi.
Y sostiene que en el examen que realiza el médico oftalmólogo no solo detecta si hay o no glaucoma, sino también el tipo y su estadío evolutivo, es decir si es incipiente, leve, moderado, severo, terminal o absoluto.
«Si se compran los anteojos en la calle o el kiosco o en la óptica sin hacer el examen oftalmológico previo, el paciente nunca sabrá si tiene glaucoma», alerta Casiraghi. «El examen debe hacerse aunque no haya síntomas ni signos de patología alguna. Eso es prevenir: realizar los controles adecuados a tiempo para que no aparezcan enfermedades o para detectarlas en estadíos iniciales o precoces».
«Cuanto más precoz el diagnóstico, más posibilidades de mantener una buena visión. De allí la importancia de la consulta rutinaria al oculista, el único en condiciones de hacer este diagnóstico», acuerda López Mato.
La toma de presión ocular -dice- es de rutina en la consulta, ya que es la única forma de detectar la enfermedad, al tiempo que destaca que «existe un increíble desarrollo tecnológico» que favorece «diagnósticos muy precoces».
Además de la toma de presión ocular, también hay que evaluar el ángulo del ojo (para saber el tipo de glaucoma), realizar un campo visual y la evaluación del nervio óptico, que permite establecer el estadío evolutivo del glaucoma, detalla Casiraghi y sostiene que el especialista tratante puede indicar otros exámenes complementarios.
Evitar la ceguera: cómo son los tratamientos
La mayoría de los casos avanzados se dan en personas que no accedieron al diagnóstico y tratamiento precoces, y que van perdiendo crónica y progresivamente la visión de uno o ambos ojos de manera irreversible.
«La pérdida de visión por glaucoma es irrecuperable -alerta el oftalmólogo del Hospital de Clínicas-. Es la segunda causa de ceguera en el mundo y la primera causa de ceguera irreversible. Lo que se perdió no se recupera. Por otro lado, las personas que tienen familiares directos con glaucoma tienen entre 3 y 10 veces más riesgo de tener glaucoma que aquellos sin antecedentes».
Todos los tratamientos buscan bajar la presión intraocular a un nivel que sea tolerado por el nervio óptico para frenar la evolución del daño y evitar que se siga perdiendo visión, explica el oftalmólogo del Hospital de Clínicas.
Hay diferentes tipos de tratamientos, que incluyen gotas antiglucomatosas (de aplicación diaria), láser y cirugías. La elección se hace en base al estadio evolutivo del glaucoma.
Quiénes tienen más riesgo
Desde CAMEOF señalan la importancia de realizar un control oftalmológico anual a partir de los 40 años, o incluso antes si hay factores de riesgo o se tiene familiares con antecedentes de glaucoma (tienen entre 3 y 10 veces más riesgo de presentarlo).
También eleva el riesgo tener determinadas enfermedades, como diabetes, una enfermedad cardíaca, presión arterial alta o anemia drepanocítica, ya que todas las enfermedades que alteran la circulación arterial son un factor de riesgo agregado, apunta Casiraghi. Y aclara: «no causan glaucoma, sino que hacen al ojo más sensible a que la presión produzca daño».
En ese sentido, desde CAMEOF recuerdan «9 reglas de oro» que deben motivar la consulta:
1. Ver halos de colores o un arco iris alrededor de las luces.
2. Tropezar con frecuencia, ya que puede tener que ver con un defecto del campo visual.
3. Tener antecedentes de glaucoma en la familia.
4. Sufrir dolores de cabeza persistentes.
5. Ingerir medicamentos de tipo antiespasmódico, ansiolítico y/o tranquilizante. «También tomar corticosteroides, especialmente gotas oftálmicas, durante un largo tiempo. Los corticoides por cualquier vía (incluso pomadas en la piel) pueden subir la presión ocular y producir glaucoma», dice Casiraghi.
6. Tener visión borrosa de brusca aparición con dolor de cabeza 7. Los bebés que nacen con ojos grandes o tienen lagrimeo pueden sufrir un glaucoma congénito.
8. Haber tenido un traumatismo en el ojo puede desarrollar un glaucoma años más tarde.
9. Los hipermétropes altos o los miopes altos tienen más posibilidades de tener glaucoma.
Fuente: Clarín